viernes, 29 de marzo de 2013

El Centro Turístico Agrupecuario Las Aguas de Moisés está ubicado en el sector Río Azul, asentamiento campesino Pantoño, municipio Ribero, estado Sucre, Venezuela, donde históricamente han existido diferentes centros turísticos tipo balneario tales como Poza Azul, Poza Cristal, Poza Paraíso, El Níspero, Los Cocoteros, etc. Dichos centros turísticos se han instalado dadas las condiciones físico naturales que tiene la zona, entre ellos podemos identificar los afluentes de aguas termales que posee, rodeados de cocoteros y otras especies vegetales tropicales que agradan el ambiente e incentivan la recreación.

 
En el estado Sucre son muchas las zonas geotérmicas que se presentan, siendo las de mayor interés desde el punto de vista turístico las ubicadas en la franja de Pantoño, zona aledaña a Cariaco y a Casanay. Es en esta zona geotérmica, específicamente en el sector Río Azul, donde se encuentra el Centro Turístico Agropecuario "Las Aguas de Moisés", el cual logra conjugar el antagonismo entre un agradable clima tropical, aguas termo-minerales y las más impresionantes decoraciones esculturales de épocas de emperadores, aún se encuentra en proyecto; contando con un total de 11 piscinas naturales, 60 viveros de piscicultura, 20 acuarios naturales para peces ornamentales, un canal de navegación para kayaks, parque zoológico, hipódromo, obras esculturales de gran impresionismo, restaurantes, casas de acampar, baños pulcros y ecológicamente adaptables al medio y sobre todo al visitante.
El Salto Ángel (Kerepakupai Vená en pemón, que significa «salto del lugar más profundo») es el salto de agua más alto del mundo, con una altura de 979 m (807 m de caída ininterrumpida), generada desde el Auyantepuy. Se localiza en el Parque Nacional Canaima, en el estado Bolívar, Venezuela.
Este espacio natural protegido, establecido como parque nacional el 12 de junio de 1962 y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994, se extiende sobre un área de más de 30.000 km² (similar a la extensión territorial de Bélgica), hasta las fronteras con Guyana y Brasil y por su tamaño es uno de los más extensos del mundo. El nombre con el que es conocido internacionalmente, Salto Ángel, fue sugerido por un venezolano en honor al aviador estadounidense Jimmie Ángel, que en el año 1937 corroboró más formalmente la existencia y ubicación exacta de la caída al sobrevolarla en su avioneta y más tarde posarse en su cima, dándole con esto repercusión mundial. En el siglo XXI, fue una de las 28 finalistas en la elección de las Siete maravillas naturales del mundo.


La Leyenda de Kukenan




Cuenta una Antigua leyenda de los indios Pémones de la gran Sabana, que cerca del Kukenan residia la antigua población de los Makunaima Este majestuoso Tepui se le designaba también Malawi-Tepuy, que significa “si lo subes mueres”, así que nadie osaba subirlo y ni siquiera acercársele. En el camino a Kukeman existen una gran cantidad de árboles petrificados y afirmaban los más viejos de la aldea que este bosque estaba poblado de animales fantásticos que emitían ruidos terroríficos en el anochecer. Los indios de la aldea creían firmemente que la cima de la montaña estaba habitado por criaturas invisibles que custodiaban esta gran formación rocosa. Sin embargo, Meriwarek, el más viejo de todos los Makunaima aseguraba también que la montaña estaba rodeada de piedras transparentes que podían realizar fuertes curaciones frente a grandes enfermedades endémicas

Un buen día, Makunaima-piá, el más joven de los Makunaima enfermó gravemente. Su madre creía firmemente que había adquirido esta peste gracias a esas extrañas excursiones que realizaba cerca del Kukeman. Los más viejos de la aldea se lo habían advertido que los dioses se iban a enfadar por su osadía. Pero, Makunaima-Piá era un niño muy temerario y aventurero. Le encantaba hacer largas excursiones y ya a los diez años había traído a su aldea una colección de guacamayas de bellísimos colores que se encontraban cerca del bosque petrificado.

Makunaima-Piá había cumplido ya sus doce años de vida y decidió trepar al Gran Tepui esa mañana. Sus abuelos le advirtieron:
-No subas, que mochimá te puede raptar en su vuelo y llevarte a la cumbre de Kukeman, donde tiene su nido y serás comidilla de sus pichones que están siempre hambrientos.
Pero, Makunaima-Piá no hizo caso, y se fue temprano en la mañana. Durante el transcurso del día cayo un gran tormenta, y estuvo lloviendo por cantaros. Y esa noche le dio una fiebre altísima, en su delirio febril le pareció ver bajar de la gran montaña unos seres parcialmente visibles que le dieron un brebaje en base a hierbas aromáticas.

Al día siguiente Makunaima-Piá sintió que le había bajado la fiebre. Pero lo más extraño de todo es que se encontraba en otro sitio, cerca de su aldea. Estaba minado de picaduras de puri-puri. Esos pequeños zancudos le había erupcionado toda la piel. Sabía por experiencia que era alérgico a sus picaduras y que sufriría las consecuencias. Cerró los ojos y decidió descansar un rato.

Mientras tanto, el mayor de la aldea, se encontraba realizando su caminata diaria y fue entonces, cuando vio a Makinuaima-Piá tendido en unos arbustos. Inmediatamente fue a pedir ayuda a los hombres de la tribu, Iwaká, el jefe de los Makunauma lo vio con preocupación;
-Llévenlo rápidamente al hogar común, y lo tendieron con delicadeza en su hamaca- dijo con preocupación
-Es esa enfermedad que le da Makinauma-Pia cuando le pican los Piru-Piru-Lloraba su madre con desesperación.
-Tranquila mujer, ya encontraremos una solución- dijo su esposo tratando de calmar a su mujer.
Merivarek, el mayor de la tribu, afirmo:
-No existe manera de curar el mal de Makinauma-Pia, con mis hierbas medicinales pero se que cerca de la cima del Kukenan existen unos cristales transparentes que pueden curar grandes enfermedades-

Ese dia, Merivarek se reunió con los hombres de su tribu.
-La única manera que salvemos a Makinauma-Pia es que subamos a Kukenan
afirmo Merivarek.
-Mochimá nos puede devorar, y he oído decir que sus pichones comen con gran ferocidad la carne humana- dijeron todos los hombres de la aldea.

Merok se mantenía en silencio, este era muy ágil con su arco y flecha y dicen los mas viejos de la tribu que en una ocasión trajo a su familia tal cantidad de lapas que salvo a su familia de una gran hambruna, y había matado a un fiero tigre que acosaba la aldea, y por esta razón ningún cunaguaro osaba acercarse a la aldea por temor a las flechas de Merok.

Merok, a pesar del gran temor que le inspiraba el gran Tepui, decidió aventurarse a subirlo.
-Yo subiré al gran Kukenan y buscare los cristales- exclamo Merok con firmeza.
-Tendras que irte solo, llévate las provisiones necesarias y ojala tengas suerte- le respondió Iwaká

A las pocas horas salio Merok hacia el gran Kukenan, atravesó el bosque petrificado y empezó a subir el inmenso Tepui. Su corazón latía con mucha fuerza ya que se encontraba a gran altura. Decidió descansar unas horas y se recostó debajo de un majestuoso árbol. Y fue allí donde vio cerca de una gran cueva unos bellos cristales. Estos deben ser los cristales milagrosos de los cuales habla tanto Meriwarek Pensó para si mismo. Los tomo con mucha delicadeza y los metió en su morral, y en ocasiones a medida que bajaba el gran Tepuy sentía la sensación que alguien lo observaba, pero no se detuvo a pensar en ello. Corriendo con gran agilidad y apuro se dirigió a su aldea, se los entrego a Meriwarek y con sus hierbas milagrosas y el uso del cristal curó al muchacho. Y fue así como Merok fue conocido en la gran sabana como el único hombre que se atrevió a desafiar al kukenán convirtiéndose con el tiempo en el guerrero más noble y valiente de todo su pueblo.